Existen muchas razones por las cuales se puede perder el amor propio. Sobre todo, cuando depositas tu felicidaden lo que las otras personas piensan de ti, cuando buscas inconscientemente la aprobación de los demás y empiezas a sacrificarte y dejas de ser lo que realmente eres por complacerlos o cuando te dejas manipular, extorsionar y controlar por los demás. Cuando alguna de estas cosas sucede, estás dando el primer paso, no solo para perder el amor por ti mismo, sino por la alegría de vivir y disfrutar la vida, ya que le das al ego el poder para hacer estragos en tu vida. Si traes una programación negativa desde tu infancia, porque generalmente nos programan a competir, a compararnos y ser mejores que los demás y no logras tus objetivos, viene la frustración, la tristeza, el estrés, la depresión o el sufrimiento.
A medida que vas creciendo, siguen sucediendo situaciones en el exterior que también te pueden impactar negativamente y hacerte perder el amor propio como una infidelidad, una traición, un engaño, un rechazo, un maltrato físico o psicológico o situaciones más fuertes como una violación. Cuando vemos el dolor emocional producido por este tipo de sucesos, se puede generar en ti una desvalorización, ya que te puedes sentir no querido, y eso causa desmotivación y pierdes la alegría de vivir.
Para lograr recuperar tu amor propio y dejar de sentirte víctima, debes comenzar a vibrar en una frecuencia más alta, potencializando 3 fuerzas muy poderosas que están en tu interior, y qué por estar conectado con el miedo y el dolor, probablemente están escondidas, sepultadas o ignoradas. Cuando logras activarlas y centrar toda tu atención en ellas y no en lo que los demás digan o hagan contigo, podrás recuperar esa fuerza interior que hará que te ames profundamente. Estas tres fuerzas puedes activarlas cuando diariamente al amanecer te conectas con ellas y cuando actúas en tu día a día, llevándolas siempre en tu corazón. Estas tres fuerzas son:
Primera fuerza: el amor
Cuando logras pensar amorosamente, es decir sin miedo, generas en tu centro cardíaco una radiación electromagnética poderosa, que genera una serie de comportamientos y actitudes desinteresadas e incondicionales. Esa radiación es lo que se llama el amor. Es la fuerza más poderosa que existe en el mundo. Ni el agua la moja, ni el viento la mueve, ni el fuego la consume. Trasciende todas las dimensiones, va más allá de todas las formas, de todos los cuerpos y de todos los entendimientos. El amor no lo puedes describir, simplemente lo puedes experimentar, sentir en su máxima expresión. Cuando hay amor todas las células de tu cuerpo vibran en una frecuencia altísima y es cuando lo imposible se vuelve posible. Es esencialmente un sentimiento inmenso que puede ser breve o duradero y se expresa de muchas maneras, tiene un componente misterioso e incluso inexplicable. El amor siempre genera un vínculo afectivo, es lo que te impulsa a actuar, a dar y de alguna manera es la fuerza que mueve el mundo.
Segunda fuerza: La gratitud
Cuando valoras y aprecias lo que tienes, y experimentas gratitud, eso será lo que atraerás a tu vida. Cuando estás agradeciendo estás liberando energía, estás dando al universo las gracias por lo que te dio, es la memoria de tu corazón. Cuando experimentas gratitud, te conectas con tu esencia divina que es el amor, y cuando sientes eso, puedes dar lo mejor de ti a los demás, independientemente de lo que te esté sucediendo, es el sentimiento que te conecta instantáneamente con tu esencia divina, más humildad concentra, más amor expande, y más abundancia atrae. Cuando sientes y experimentas gratitud y estás conectado con la fuente, con esa inteligencia superior, no importa que estés pasando por una situación crítica, como una enfermedad, un divorcio, la pérdida de un ser querido, una quiebra económica o una infidelidad, siempre podrás estar alerta y entenderás que esa situación por la que estás pasando te está dando una gran enseñanza y te está ayudando a liberarte, salir y evolucionar.
Tercera fuerza: el dar sin esperar recibir
Para lograr controlar y manejar adecuadamente esta maravillosa fuerza, se exige un alto componente de acción, y es necesario que el pensamiento, el sentimiento y la emoción estén dinámicamente fusionados. El dar exige compromiso, involucrarse, participar activamente, te saca de tu zona de confort e involucra solidaridad, sensibilidad, compasión y empatía. Todo lo que des sin expectativa, te reconforta, cuando esperas recibir, frenas el flujo de la vida. Si buscas alcanzar tu felicidad rápidamente y que perdure en el tiempo, lo primero que debes hacer es abrir tu corazón, dar y servir libre y amorosamente. El arte de dar es cuando tu logras en un instante mágico sentir que tú no eres quien está realizando la acción, ni quien va a recoger los frutos. Simplemente eres un instrumento de Dios. Eso es lo que le dará plenitud y alegría a la acción que realizas. Si quieres sentir y experimentar la presencia divina, la forma más efectiva es descender al corazón del ser humano al que tú le sirves incondicional y amorosamente.
Recuerda que para el mundo entero eres un desconocido, pero para el ser al que le das tu mano amiga, a quien le ayudas, tú eres su mundo, su universo.
Articulo escrito por:
Jaime Jaramillo
Más conocido como «Papá Jaime».
Creador de la Fundación Niños de los Andes, la cual ha trabajado durante más de cuatro décadas en la recuperación de cerca de 100.000 niños que han vivido en las calles y alcantarillas de Colombia.